¿EL ALCALDE DEL PUEBLO?

Una lectura rápida de los resultados municipales indica un claro reajuste en el escenario político, que de una u otra forma influirán en lo que serán las elecciones presidenciales y parlamentarias del 2009, empezando por la posibilidad de que la derecha por primera vez gane la Presidencia con su abanderado Sebastián Piñera, y quizás en primera vuelta.

El caso “Cerro Navia”, para algunos la no reconocida “madre de todas las batallas”, se dio en un escenario de mayor complejidad por: 1. Hechos de corrupción asociados a PUBLICAM y CHILEDEPORTES, 2. La no presentación de Cristina Girardi a la reelección, 3. El error del precandidato Marcelo Belmar quien no logró destacar de forma positiva en su gestión comunal con su posterior caída, 4. El fracaso de las eventuales “primarias abiertas” entre este último y el concejal Márquez, 5. La designación dedocráta del “afuerino” Álvaro García para alcalde por Cerro Navia.

Lo acontecido en nuestra comuna tiene explicaciones diversas, pero un poco de la historia reciente de nuestras justas político-electorales post-dictadura ayuda a entender el escenario.

Entre 1973 y 1992, los alcaldes habían sido nombrados por la dictadura militar  antes de dejar el poder en marzo de 1990. A excepción de 15 comunas, donde el Presidente Aylwin tuvo facultad para nombrar a personeros de su confianza. Para las elecciones municipales de 1992—las primeras después de 1971—las coaliciones políticas presentaron candidatos a concejales en las 335 comunas que existían en ese entonces. Los escaños del concejo municipal fueron asignados siguiendo el principio de representación proporcional utilizando la cifra repartidora d’Hondt. Los alcaldes fueron a su vez electos por los miembros del concejo (salvo cuando el candidato más votado de la lista más votada lograba obtener más del 35% de los votos, en cuyo caso resultaba electo en forma automática). Aquellas comunas donde alguna de las coaliciones políticas tenía una mayoría de concejales, el alcalde electo presumiblemente pertenecería a dicha coalición. Sin embargo, en una serie de comunas donde ninguna coalición tenía mayoría en el concejo o bien donde algunos concejales no respetaron los acuerdos de sus coaliciones, los ediles fueron electos mediante negociaciones entre concejales que militaban en distintos partidos y coaliciones (1).

En algunas comunas se dividió el gobierno comunal en dos sub-periodos distintos de 2 años cada uno. La mayoría de los concejos eligió un alcalde por la totalidad del periodo, otras 85 comunas tuvieron la situación de bipartición temporal descrita, siendo Cerro Navia una de ellas, donde el primer periodo correspondió Rafael Hernández (DC) y el segundo a Cristina Girardi (PPD).

Desde ahí para adelante se ha desarrollado un proceso fecundo para la generación de un proyecto de dominación hegemónico que presentó un quiebre este 6 de diciembre cuando asumió el nuevo alcalde Sr. Luis Plaza (RN). En estos años Cerro Navia ha visto una articulación interesante: la división territorial con sus respectivos encargados territoriales. Un trabajo real y una apuesta a favor de la educación pública, esfuerzos por aumentar áreas verdes y espacios para la comunidad, presupuestos participativos, todo violentamente sepultado por escándalos de corrupción durante 2007 (CHILEDEPORTES, PUBLICAM) y por el escandaloso déficit de la Corporación Municipal De Desarrollo Social de Cerro Navia (1300 millones de pesos).

Lo anterior acompañado por la soberbia miope de una élite dominante que abandonó la receta mágica, la fórmula maestra del trabajo con barro en los zapatos, que junto el agotamiento normal de 14 años a la cabeza de un Municipio con un proyecto desgastado, sin recambio de cuadros dirigentes, con un claro aletargamiento y somnolencia en la gestión institucional, hicieron que hoy la “derecha” asuma la conducción de la gestión municipal en Cerro Navia.

Actualmente, si analizamos la población mayor de 18 años en Cerro Navia (del orden de poco más de 105 mil personas según la proyección del INE a 2005) y la comparamos con los votos válidamente emitidos tanto para alcaldes (54.458) como para concejales (50.344) nos damos cuenta que en Cerro Navia, al igual que el país cuenta con un sistema político que escasamente representa a nuestros vecinos, que en cada elección la legitimidad del acto pierde poder con relación a su fuerte legalidad. Los 28.400 votos con los cuales el candidato Luis Plaza obtuvo la alcaldía, solo significan una representación del orden del 27% de las personas que tendrían la posibilidad de votar y teniendo la edad para votar o no se inscriben, o votan nulo o blanco, o no acuden a sufragar a pesar de estar inscritos lo cual resta de manera importante legitimidad al nuevo Municipio, entendido como el alcalde más el concejo. Esto al momento de dilucidar si un candidato es el “alcalde del pueblo” es confuso, pues si bien obtuvo una clara ventaja con relación al otro candidato, Sr. Álvaro García (PPD) no logra representar ni siquiera a tres de cada diez de nuestros vecinos mayores de edad.

La carencia crónica y progresiva de legitimidad del sistema político en sus diferentes dimensiones, no encuentra ventaja diferenciadora en los ámbitos locales, hoy la mitad de nuestros vecinos (la mayoría jóvenes y adultos jóvenes) consideran innecesario su participación en nuestra democracia formal y representativa, explicaciones muchas, solo detenerme en el aporte que incluso desde los mismos partidos se hace, resulta interesante (con los errores muestrales que puede tener) los datos publicados recientemente sobre edad promedio de las dirigencias políticas que sitúa a RN como la más juvenil 47,7 años y al PC como la de mayor longevidad 60,5 años, esto no refleja necesariamente, un acto preconcebido de confrontación o disputa generacional, es consecuencia de los procesos políticos que cada Partido ha debido asumir.

En Cerro Navia se dejó de pensar en construcción, los partidos de izquierda y progresistas mermados, llevados a una expresión mínima dejaron sus obligaciones históricas incluso estatutarias, la recuperación del actual escenario solo se puede dar con la rearticulación de todo espacio social o político, fueron 14 años de una gestión edilicia ajena a los Partidos, incluso a su opinión no vinculante, es urgente un nuevo trato.

La tarea en efecto es clara y orientada de forma expresa a generar un nuevo sujeto de cambio en lo local,  incorporándonos al debate, la reflexión práctica y más aún a la construcción de nuestra polis a través del poder del aprender. Desarrollar un espacio de articulación y construcción con la mitad de nuestros vecinos, que no se vinculan, al menos, a esta manera de participación política es una tarea prioritaria. Mantener los lazos de confianza y permanecer estrictamente apegados a nuestros principios libertarios, igualitarios y fraternos, es fundamental para construir una comuna mejor, y en general, un Chile mejor, un Chile justo. Lo importante no es tener un alcalde del pueblo, es regresar el poder al pueblo.

(1)Observatorio Electoral UDP. Documento de Trabajo #02. Agosto de 2008.

(2)Reportajes de La Tercera, domingo 30 de Noviembre de 2008, página 3.

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